En la mayoría de experiencias que hemos leído sobre la
muerte, la sensación de temor ronda siempre alrededor de ella, y no podemos
dejar de pensar en lo temible que esta se convierte para muchos de nosotros.
Para muchos, la muerte es el final de aquella vida donde tenemos y
experimentamos sensaciones que luego nos serán privadas al pasar al “más allá”,
algo a lo que todos rehuimos de alguna manera y cuyo temor por ella nos permite
mantenernos alejados de los peligros del día a día.
Existen muchas especulaciones sobre lo que viene luego de
esta vida y en la gran mayoría de los casos los seres humanos suponen que
nuestros espíritus pasarán a un espacio o a una dimensión en donde seremos
juzgados, para luego pasar la eternidad en el cielo o en el infierno,
dependiendo del tipo de vida que hayamos llevado en la Tierra.
Pero más allá de filosofías y religiones, lo cierto es que
no se sabe realmente qué es lo que existe más allá de esta vida que todos
conocemos. Es más, desconocemos siquiera si es que hay “algo” o si es que
sencillamente todo se acabó.
Las investigaciones realizadas con personas que han
experimentado situaciones muy cercanas a la muerte, y algunas que incluso han
llegado a morir por algunos minutos, cuentan versiones que recogidas en
conjunto y analizadas lo más objetivamente posible, nos lleva a determinar que
la muerte es realmente un placer.
Para quienes han estado cerca de ella, la sensación de paz y
de tranquilidad que se siente al pasar a este nuevo plano es indescriptible. Y
el temor, el dolor y el miedo desaparecen, para dar paso a un estado de calma
absoluta, la misma que nunca encontraríamos en esta vida.
Incluso para aquellos que sufren una muerte violenta como
para aquellos que la hallan de manera tranquila, la muerte es algo así como
desmayarse o como rendirse a un conciliador sueño luego de un gran cansancio.
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